La pandemia de #covid no ha creado una distancia entre alumnado y profesorado que no existiera. La distancia estaba allí en muchos casos con anterioridad. Ahora simplemente ha aumentado...pero no en todas las situaciones. Me comentaba ayer un amigo que mientras veía una clase online de su hijo uno de los alumnos se dormía. Literalmente. Algún otro caso ya se había hecho viral. Seguramente la distancia para ese chico era insalvable. Probablemente llevaría dormido parte del curso escolar con anterioridad, si no corporalmente en espíritu. También he de decir que manda narices que este virus que ha destrozado tanto no haya podido erradicar a la clase magistral (cuidado, hay clases magistrales y clases magistrales)
Cuando empecé con mi proyecto de enseñanza personalizada me propuse acabar con las pizarras, esa barrera que se activa tan pronto el profesorado se da media vuelta, ese muro infranqueable por lo rígido y estático. Tras 25 años he roto mi promesa y he usado una pizarra por primera vez, justo ahora, encerrados en casa, luchando por romper barreras, ...aunque estas virtuales tienen trampa, se abren juegos, invitan a participar, abren una ventana al aprendizaje. No me digáis que en lugar de explicar estructuras rasgando una tiza contra la pared un avión invitándote a un vuelo interactivo no motiva mucho mas.
